Del bello país he leído,
y su hermosa ciudad capital,
cuyas calles gloriosas
son de oro, y de jaspe
es su muro eternal;
por el río
las aguas de vida fluyen
con perennal claridad;
mas en cuanto a toda
esta excelencia no se
ha dicho aún la mitad.
No se ha dicho aún la mitad;
no se ha dicho aún la mitad;
de la santa ciudad tan gloriosa,
no se ha dicho aún la mitad.
Leído he de aquellas
mansiones que el Maestro
fue a preparar,
do los santos que aquí
fueron fieles van por
siempre jamás a gozar;
no habrá muerte, dolor,
ni pecado, sino reina
la inmortalidad;
mas en cuanto a su excelsa
grandeza no se ha
dicho aún la mitad.
No se ha dicho aún la mitad;
no se ha dicho aún la mitad;
de la santa ciudad tan gloriosa,
no se ha dicho aún la mitad.
Leído he de níveos vestidos,
de coronas que han de ostentar
los que sean del Padre llamados
de su gloria eternal a gozar;
andarán por las calles de oro,
pues han hecho justicia y verdad;
mas de historia tan bella y
sublime no se ha dicho aún la mitad.
No se ha dicho aún la mitad;
no se ha dicho aún la mitad;
de la santa ciudad tan gloriosa,
no se ha dicho aún la mitad.
Leído he de Cristo el benigno,
que al más vil pecador limpiará;
cómo paz y perdón le confiere
al que humilde buscándolos va.
He leído cómo Él nos protege,
que se apiada de nuestra orfandad;
mas de tanta bondad pregonada
no se ha dicho aún la mitad.
No se ha dicho aún la mitad;
no se ha dicho aún la mitad;
de la santa ciudad tan gloriosa,
no se ha dicho aún la mitad.