La tierna voz del Salvador
nos habla conmovida.
Oíd al Médico de amor,
que da a los muertos vida.
Nunca los hombres cantarán,
nunca los ángeles en luz,
nota más dulce entonarán
que el nombre de Jesús.
Cordero manso, ¡gloria a Ti!
Por Salvador te aclamo.
Tu dulce nombre es para mí
la joya que más amo.
Nunca los hombres cantarán,
nunca los ángeles en luz,
nota más dulce entonarán
que el nombre de Jesús.
"Borradas ya tus culpas son",
su voz hoy te pregona;
acepta, pues, la salvación,
y espera la corona.
Nunca los hombres cantarán,
nunca los ángeles en luz,
nota más dulce entonarán
que el nombre de Jesús.
Y cuando al cielo del Señor
con Él nos elevemos,
arrebatados en su amor,
su gloria cantaremos.
Nunca los hombres cantarán,
nunca los ángeles en luz,
nota más dulce entonarán
que el nombre de Jesús.